LA REVOLUCIÓN DE LAS TOALLAS HIGIÉNICAS PARA LA MUJER PERUANA.
En la época que trabajé en Procter & Gamble, existían dos marcas de toallas higiénicas en el mercado. Ambas estaban hechas de copos de algodón que incomodaban y no absorbían. Además, los paquetes de toallas eran costosos, entonces solo la clase alta podía comprarlas. Las chicas de clase media/baja solo usaban toallas los fines de semana, cuando iban a salir. Los demás días usaban telas, las cortaban, las doblaban y después las lavaban. Además, las chicas de nivel socioeconómico bajo, sobretodo en zonas rurales, tenían creencias y mitos, por ejemplo, que las telas debían lavarse de noche porque si alguien veía su sangre, era mala suerte.
Aprendí esto hablando directamente con chicas y sus mamás de todos los niveles socioeconómicos de todas partes de Lima. Fue una experiencia fascinante que me entrenó a conocer a fondo al consumidor. Si pensamos que ser mujer es difícil ahora, imagínense lo que era en esas épocas y las anteriores donde la menstruación era un tema tabú. Para hablar con ellas sobre esto, teníamos que esperar que el esposo se vaya de la casa y que los niños estén en el colegio. Pero es a través de esta confianza cara a cara que aprendí las dificultades con las cuales estas chicas y mujeres lidiaban todos los meses. Ellas no salían de su casa por tres días al mes, ya que tenían que cambiar las telas constantemente. Yo me preguntaba, ¿cómo van a hacer? ¿Cómo van a trabajar? No puede ser que esto las tenga en sus casas de por vida.
Entonces, decidimos traer al Perú una tecnología top del momento como lo fue ‘Malla Sec’. Esta era una toalla de alta performance en absorción, con una tela superior que te daba una sensación de estar seca. Una excelente opción como producto, sin embargo, la bolsa de 10 unidades implicaba un alto desembolso de dinero, por lo que analizamos otras alternativas. Así fue que surgió una idea creativa de vender las toallas por unidad. Era excelente la idea y la recepción de la misma entre las consumidoras. El reto era convencer a la corporación de que en el Perú se necesitaba una adaptación especial y luego el reto era cómo conseguíamos un empaque local adecuado por el lado sanitario, dado que estos empaques debían estar muy bien exhibidos y en contacto con el medio ambiente.
Era difícil imaginar cómo un producto que tenía que estar en un ambiente sumamente higiénico pudiera venderse de manera individual. Era como vender cigarrillos sueltos pero hablando de toallas higiénicas. Muchos pensaron que estábamos locos pero sí lo pudimos hacer. Esto mismo lo hicimos para Perú e India, como mercado piloto de Procter.
Esto nos permitió tener una presentación que permitiera la prueba de producto para este grupo objetivo, además de permitir la compra recurrente en todos los niveles socioeconómicos, inclusive en los más bajos que podían así utilizar tela mientras estaban en casa y comprar las toallas en forma individual exclusivamente para salir.
Y con esta experiencia descubrí mi pasión, trabajar en proyectos de negocios que sean innovadores y que logren cambiar vidas para mejor.
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