El día de ayer, el escenario político nuevamente se ha agitado por la vacancia al presidente Martín Vizcarra. El Congreso, haciendo uso de sus facultades legislativas, vacó al presidente por una mayoría de 109 votos a favor, 19 en contra y 4 abstenciones. Las interpretaciones sobre esta acción pueden ser debatibles y cuestionables desde diversas perspectivas, sin embargo, no es mi intención en esta ocasión analizar los hechos que lo han ocasionado o entrar en un debate de carácter constitucional, creo que para ello existe un Tribunal Constitucional y un Poder Judicial que hará prevalecer nuestra Constitución. Lo que sí me preocupa es la realidad que afrontamos los peruanos en este momento y el futuro que nos depara como país, y, particularmente, a nuestro sector educativo.
Es una pena encontrarnos en esta situación, los últimos presidentes han estado involucrados en actos de corrupción, y así no podemos construir el país que todos anhelamos, pero tampoco podemos desanimarnos y dejar que la incertidumbre nos gane. Si seguimos concentrándonos en la vacancia y en todos los proyectos de ley populistas lo único que estaremos haciendo es poner por debajo los intereses del país, además de enviar un mensaje pésimo de inestabilidad a los ciudadanos, a las instituciones públicas y privadas, inversionistas locales y extranjeros, etc.
Creo firmemente que, con responsabilidad, desde cada uno de nuestros sectores, debemos seguir trabajando con miras a mejorar los indicadores país de cara a nuestro bicentenario. Esta situación nos debe dejar profundas reflexiones y aprendizajes para no volver a repetirlos en el futuro, y uno de ellos es que debemos asegurarnos de formar otra clase política, que tenga un amor auténtico por servir al país y que tenga una columna vertebral sólida de valores que construyan ciudadanía.
Por otro lado, debemos ser conscientes que muchas veces no ejercemos un voto responsable e informado. Nos dejamos llevar por los sentimientos, apasionamientos, por la presión social o por la opinión de los medios, etc. Y luego lamentamos las consecuencias de nuestras elecciones. El Perú no puede darse el lujo de estancarse, menos aún de retroceder sobre el terreno ganado, pero tampoco podemos darle tregua a la corrupción. Tiene que haber tolerancia cero con los corruptos y se deben endurecer las penas para todos aquellos que traicionan al país con estos actos inescrupulosos. Esto es algo que lo podemos empezar todos desde nuestras propias organizaciones, con nuestro comité directivo y colaboradores en general.
Hago un llamado desde este sector al nuevo presidente interino, a conformar un gabinete con miras a sentar las bases de lo que debería ser un estándar de profesionalismo y amor al Perú superior al que los peruanos estamos acostumbrados. Profesionales que tengan una experiencia comprobada, con una formación de primer nivel y, sobre todo, con una trayectoria intachable, sin denuncias, sin cuestionamientos, y que, lo que propongan como proyectos de ley, sean para bien del país, no proyectos populistas que intenten ganar votos para las siguientes elecciones.
Que esta situación nos ayude a recapacitar sobre la importancia de nuestro voto y que esta decisión se vea reflejada en las elecciones que se aproximan en abril. Los peruanos nos hemos levantado de situaciones muy difíciles, y esta vez no será la excepción.
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