Encontré un artículo interesante sobre el futuro del trabajo y no pude evitar pensar en el éxito y en cuánto trabaja la gente para poder conseguirlo. Sin duda alguna, todos lo deseamos y vamos tras él, pues es el resultado de nuestro continuo esfuerzo y dedicación; pero, ¿Qué más necesitamos para alcanzarlo? Probablemente pensemos que se requieren de ciertos parámetros o pasos que se deben seguir al pie de la letra o de consejos de expertos que, según ellos, nos asegurarán un camino triunfante, sin embargo, lo que necesitamos ahora, probablemente sea muy distinto en el futuro. Es más, el presente nos presenta escenarios que cambian constantemente de una forma vertiginosa.
Siempre existirán nuevas cosas por aprender y, claro, tendremos que adaptarnos a ello, por lo tanto, existen prejuicios que debemos derribar, especialmente si se tratan sobre el futuro del trabajo.
Primero, no es imprescindible tener que aprender cualquier cosa de manera rápida. Ser capaz de aprender algo en el menor tiempo posible es, probablemente, un consejo que nos lo suelen repetir en cualquier lado, pero que no debemos aceptar radicalmente. Convertirse en un experto requiere tiempo, compromiso y mucha práctica. No dominar algo con facilidad no debe ser considerado como un fracaso. Lo que realmente importa es ser capaz de adaptarse al cambio y seguir intentando hasta conseguirlo.
Luego, mucha gente cree que para ser innovador es necesario tener un negocio propio o iniciar en empresas emergentes (Startups); sin embargo, esa idea no puede estar más alejada de la realidad. Uno puede -y debe- innovar en todas partes. Tampoco es necesario ser el líder de una empresa para ser innovador, solo se debe pensar diferente y hacer que las cosas que propongamos aseguren el liderazgo del futuro. Es vital, por todo esto, que en la universidad dotemos a nuestros estudiantes, profesores y colaboradores, no solo del conocimiento técnico, sino también de la infraestructura adecuada y el ecosistema de innovación adecuado para poder asegurar una experiencia vivencial en todos los niveles de una organización.
Por otro lado, tampoco es indispensable ser un experto en informática al momento de desarrollarse en el trabajo. Claro que el talento técnico es importante, pero no es necesario ser un ingeniero de software si existen otros talentos por desarrollar. La clave para progresar en el futuro, según la científica Tara Stewart en un artículo para FastCompany, es pensar computacionalmente. Es decir, resolver los problemas con una serie de preguntas bien formuladas. Así se identificarán los verdaderos objetivos y posibles soluciones en menor tiempo.
La transformación digital también trae consigo una serie de mitos, en cuanto al futuro del trabajo, y uno de los más asentados es que seremos relegados por las máquinas en un futuro muy cercano. Por supuesto, los robots son eficientes al tener un margen de error exiguo; sin embargo, la IA incrementará las ofertas de empleo, en lugar de disminuirlas. Las nuevas tecnologías contribuyen a mejorar el rendimiento del ser humano, siempre y cuando se trabajen en conjunto.
Otra constante es qué tan importante es estudiar Humanidades en un mundo cada vez más tecnológico. Es importante entender su trascendencia en el mundo. Como ya había mencionado, las habilidades técnicas son importantes, pero ¿Cómo las pondríamos en práctica? El arte, la filosofía, la psicología y demás ciencias sociales, nos enseñan cómo y por qué utilizarlas. Así también lo expresa Faisal Hoque, empresario y fundador de Shadoka: “Todos tendremos que aprender a aprovechar las humanidades para conectar, inspirar e influir en los demás y en nosotros mismos.” En una era digital cada vez más dominante, necesitaremos de las Humanidades para conectarnos de una forma en que la tecnología no puede hacerlo
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